En el Instituto Guzmán Ariza de Lexicografía, donde nos dedicamos al conocimiento del español dominicano para la construcción de diccionarios, celebramos la semana pasada unas jornadas dedicadas al español del Caribe. Y puedo confirmarles que conjugamos el verbo celebrar en su acepción de ‘realizar un acto formal con las solemnidades que este requiere’ y en el sentido de ‘mostrar o sentir alegría o agrado por algo’. Aurora Camacho, Maia Sherwood, Francisco Javier Pérez y quien les escribe, lexicógrafos y académicos de número de las academias de la lengua de Cuba, Puerto Rico, Venezuela y la República Dominicana respectivamente, tuvimos la oportunidad de plantearnos qué caracteriza al español que hablamos en el Caribe; qué rasgos compartimos y cuáles nos diferencian; qué actitud mostramos ante nuestra forma de hablar español y hasta qué punto valoramos el activo cultural y económico que representa el ser hablantes de una lengua materna con el potencial del español. Ojalá también nuestros conversatorios hayan servido para que quienes nos han escuchado se planteen estas preguntas.
Nuestros invitados han regresado a casa; han tomado forma nuevos proyectos que fortalecerán nuestros vínculos lingüísticos, académicos y personales. Es el momento de agradecer a la Embajada de España y al Centro Léon su apoyo entusiasta para el desarrollo de una semana de trabajo y de celebración de lo que somos y de cómo hemos llegado a serlo, y de reflexión sobre lo que podemos llegar a ser. Si algo nos ha quedado claro es que el enorme territorio geográfico y, sobre todo, humano bañado por el mar Caribe tiene un gran futuro por delante y que este futuro va de la mano de la lengua española.