En modalidad virtual y con la asistencia de académicos, directores de universidades e invitados, la Real Academia Española hizo público el relanzamiento del Diccionario histórico de la lengua española (DHLE), denominado anteriormente Nuevo diccionario histórico del español, y de la red de colaboradores para su confección. La actividad estuvo presidida por su director, Santiago Muñoz Machado, quien destacó la historia del proyecto y la intención académica de preparar un diccionario histórico de la lengua registrada ya en los estatutos de la casa en 1848.
Una intención que se mantuvo a lo largo del tiempo y que se hizo explícita con la redacción de un plan general para la redacción del diccionario durante el gobierno de Antonio Maura en 1914. Decisiva fue la incorporación al proyecto en 1931 del lexicógrafo y académico Julio Casares. El primer volumen, que abarcaba la letra A, se publicó en 1933 y, con diferente intensidad en los trabajos, el segundo tomo apareció en 1936. Refiriéndose al impacto negativo de la Guerra Civil en la progresión de los trabajos, Santiago Muñoz Machado resalta con orgullo la labor de rescate que hizo Julio Casares para que la obra continuara su curso. El director del proyecto y de la RAE destaca elogiosamente a los académicos Rafael Lapesa y Manuel Seco, quienes, en el marco del seminario de lexicografía que se fundó en 1946, impulsaron el proyecto del diccionario.
Santiago Muñoz Machado cita a Menéndez Pidal y a Seco para referirse a la dificultad en el avance de esta obra lexicográfica: «Menéndez Pidal advertía que era necesario que la redacción del diccionario se encomendase también, o se encargase parcialmente, a la colaboración de equipos externos a la Academia, sin prejuicios de que la Academia supervisara el trabajo que se realizaba. Lo segundo que recordaba Seco es que desde muy pronto, y a pesar de la entrega y entusiasmo de las personas que estaban trabajando, la inestabilidad de sus posiciones era realmente una grave rémora y, además, en definitiva, decía Seco, no se prestó la debida atención a la creación de equipos que trabajaran bajo una dirección general y siguiendo un método común».
Recuerda Muñoz Machado que la dirección de José Antonio Pascual, a partir de 2005, abre una nueva etapa, con nueva metodología para el diccionario, que cambiaba radicalmente algunas de las bases del método anterior; por ejemplo, sustituyó el criterio alfabético en la ordenación del trabajo por un sistema relacional, que se mantiene hasta ahora. En fin, frente a los tradicionales diccionarios en papel, que presentan las palabras aisladas, se desarrolla la historia del léxico desde una perspectiva relacional, atendiendo a los vínculos ideológicos, no solo lexicológicos y semánticos, que enlazan las palabras del diccionario. Se concibe pues el diccionario, como señala su director, como una base de datos léxica y dinámica que permite redactar sus artículos de acuerdo con un criterio de organización del trabajo por campos semánticos o voces relacionadas por sus significados y familias léxicas.
Para el avance del proyecto resultan imprescindibles el trabajo en equipo y el aprovechamiento de los recursos tecnológicos que están a disposición del diccionario. Destaca en este esfuerzo mancomunado la nueva dimensión panhispánica del proyecto, que pasa de ser una tarea de la Real Academia Española a abrirse a la colaboración de las academias americanas y de las universidades del mundo hispánico, lo que la convierte en un proyecto de Estado, un bien cultural no solo para España, sino para todos los hablantes de la lengua española.
El director de la RAE presentó la constitución de una red panhispánica formada por ocho equipos de colaboradores americanos provenientes de las academias, egresados de la escuela de lexicografía hispana y becarios y exbecarios de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. Intervendrán, además, especialistas de universidades y de centros de investigación. En su opinión esta red no solo permitirá que los investigadores de las distintas academias hagan un trabajo mancomunado, sino también que puedan demostrar los conocimientos adquiridos en las distintas etapas de su formación sobre la lengua que nos identifica.
En sus respectivos turnos de palabra, tanto los rectores de las universidades de Sevilla, La Laguna y La Rioja como la representante del Instituto Caro y Cuervo, entre otros, expresaron su adhesión al Diccionario histórico de la lengua española y su entusiasmo por la participación en la red de colaboradores de un proyecto lexicográfico de una envergadura y una significación trascendental para la lengua española.
Santiago Muñoz Machado destacó la importancia del seguimiento del método y la disciplina de trabajo instaurados por José Antonio Pascual, reflejados en las herramientas informáticas diseñadas y desarrolladas para trabajar en el proyecto. Con la supervisión del equipo central de la RAE, dirigido por la lexicógrafa Mar Campos, se velará por la armonización de los criterios metodológicos y técnicos de todos los equipos académicos.